"No me mires así. Ya sé que te has cronificado en esa postura solitaria y desconfiada. Ya sé que tu entorno es gris, que hace tiempo que has dejado de volar (desde la última caída) y te has erguido como un humano a esperar. Ya sé que eso duele. Pero no me mires así. Con esa pena. Con ese desconcierto. Con esa lejanía. Con esas ganas de atravesarme con tu pico el corazón.
Me visitas y te miro. Te devuelvo la mirada. Pero no nos acompañamos, ya no. No me culpes por eso. No hablamos el mismo lenguaje. Lo intento, quiero entenderte, pero no ocurre. Tal vez haya dejado de ser pájaro o tú seas más persona.Chica, me voy volando...no soporto que me mires así".
Llegó hasta la pared de su cárcel, ahí le vi chocar y caer. Yo desvié mi mirada y me alejé despacio para ahorrarle el desconcierto. Sangraba, pero no estaba herido de muerte. Yo, sin embargo, me desmembré con su golpe (algún efecto extraño de la ciencia y la conciencia que no he llegado a comprender) y tuve que alejarme de ahí arrastrándome. Pero no me vio llorar.
7 comentarios:
Precioso texto al filo de dos miradas que se buscan y encuentran.
Besos
Piedra
¡Chica, no me hagas esto! Me has dejado conmovida con tu relato. Y es que a mi los animales me inspiran una enorme piedad.
Estupenda tu entrada amiga, duele.
"Pero no me vio llorar", lo más fuerte dentro de que todo es fuerte.
Un abrazo
Qué triste!
Miguel, se buscan pero se desencuentran.
Globos, fíjate bien en este, mírale los ojos. Parecía humano.
Sara, hay personas así: lo importante es que no se vea nada, que no se note.
Monica, sí, mucho.
Me has dejado alicaído con este post.
Publicar un comentario