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sábado, 29 de octubre de 2011

Maratón García




La lluvia no cesa y yo goteo por la casa escuchando a Manolo García. Tomo en Blog Land un desayuno francés, me llamas por teléfono, me saludas, me cuentas y acompañas como no puede ser de otra manera (va y viene mi alma de esponja, viene y va si tú me hablas, si tú me cuentas cosas) y siguiendo el consejo (y si llueve saldremos a la lluvia, a vaciar el semillero de sonrisas y esperar cosechas…) salgo a la terraza con mi paraguas verde oxidado (prueba a surcar ríos aunque el agua solo llegue a tus rodillas), pero la tos me advierte que me resguarde, que empaquete mi osadía de diosa de barro, y entro en casa, de nuevo, y limpio los rincones de mi cocina desordenada. Encuentro algunas hormigas del verano despistadas (y muertas) dentro del paquete de azúcar (cuando no hay sembrados las escarchas no dañan). Lo tiro, claro, después de asegurarme que sigue habiendo azúcar en algún lugar de mi casa. Preparo el postre para mañana: un puding de otoño. Después pirateo músicas, escribo (hago pájaros de barro y los echo a volar), busco en la red viejos amores (Seré, sin que sepas de mí, el guante que cubra tu mano, la mano que arañe tu espalda, alfanje a tu cuerpo ceñido, seré en tus labios, su fina curva) , y ordeno papeles (si ahora pudiese estar mirando tus ojos, iba a estar escribiendo aquí esta canción).
Al mediodía sale por fin el sol, el aire es sorprendentemente tibio. Abro nueces. Y pienso (aléjate espejismo del amor eterno, sólo eres literaria veleidad. Ni al peregrino das posada, ni al sediento agua, ni al que ansía saber muestras la verdad)
Recuerdo que no he puesto la lavadora y lo dejo para mañana, enciendo un incienso (de quimeras me alimento, con simplezas me contento), preparo un documento para el lunes, hiervo arroz para la comida, no me aburro (y, si la vida es un sueño, como dijo algún navegante atribulado, prefiero el trapecio para verlas venir en movimiento), hojeo una revista de decoración, diseño una reforma que no quiero en realidad, medito durante 45 minutos (sabré que andar, sentir, es un sencillo vaivén.), te recuerdo (cuando tú no estas las mañanas se tiñen de canciones tristes), rezo un poco sin darme cuenta (porque sé que la fe es creer en algún dios aunque no existan. O existir aunque ese dios a veces no crea en ti) y vivo así una mañana de sábado lluvioso.

6 comentarios:

PS dijo...

M´encanta. Manolo directament a les venes.
És curiós com cada paràgraf de lletra de cançó em venien al cap les melodies i els acompanyaments musicals.


Surto a la pluja, fins aviat!

Pitt Tristán dijo...

Qué llena de pensamientos y sensaciones está la aparente rutina de la cotidianidad.

fus dijo...

Has sabida plasmar lo que una persona hace, piensa y fantasea en una mañana lluviosa de un dia de otoño.Increible lo bien que lo has desarrollado.

un fuerte saludo

fus

Anónimo dijo...

Muy bien fusionadas tus letras junto a las de Manolo García. Me encanta sobre todo esa frase que dice: De quimeras me alimento... Muy cierta en muchos momentos.

Aquí llueve, es alucinante lo que esta estación otoñal despierta en uno/a.

Un abrazo, Ada.

M dijo...

Ya ha pasado la mañana lluviosa de sábado...

el paseante dijo...

En mi casa no hay hormigas porque no tengo azúcar ni canciones de Manolo García :-) Pero no faltan las nueces ni el arroz. Cada uno tiene sus gustos y todos son respetables.