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sábado, 20 de agosto de 2011

Dos cualquiera

Había dos en aquella heladería antigua. Yo les observaba a través del espejo mientras saboreaba mi helado de vainilla y me imaginaba sus vidas. Me inventé una historia en la que ella lloraba, rota de desamor. Sus dedos blancos y largos, de pianista, encarcelaban sus palabras, mantenían su voz en una cueva sombría y húmeda. Él era inmune a su sufrimiento. Perseguía sueños a través de la ventana, miraba a las noruegas y se complacía en sus rubios cabellos. Y el espejo devolvía las imágenes, engazadas en la filigrana del marco. 
Me inventé una historia y escribí un verso en el cuaderno verde, las palabra muy separadas entre sí, como nubes, la letra muy apretada, como dientes, la acentuación dulce, como helado dibujando círculos sobre la mesa, un verso que es un secreto, sólo para mí.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí me ocurre un poco como a ti. Cuando veo algo, trato de imaginar. Cuando veo a alguien, imagino su historia, su vida... Pero solo lo imagino. Creo que tendría que empezar a escribir estas cosas que imagino...
Beso.

PS dijo...

Ya somos tres los que imaginamos y construimos vidas a través del reflejo que nos devuelve un espejo. Y me temo que somos más, es la epidemia de los que agrupan palabras para construir secretos ;-)

Ada dijo...

Rombo, te lo recomiendo, ¿no tienes a veces la sensación que nuestra creatividad desaparece como un chorro de agua por un desagüe?

Pais, demos gracias. ¿Qué haríamos sin esa posibilidad de embellecer las cosas y trascender la realidad?

monica dijo...

Es muy bonito lo que he vuelto a leer de ti. el otro dia no te lo pude decir...
...para ti...

monica dijo...

Beso del color de tu fondo...

Anónimo dijo...

Me encanta constatar que una foto tan rozando la realidad se pueda convertir en un texto de ficción. Eso es arte, eso es magia en el arte y oficio de las letras, derramadas.