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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Boca seca

- Sr. Guzmán, ¿es cierto que hemos encontrado en el comedor de su casa una vitrina 3x6 metros llena de ejemplares de boletus venenosos cultivados presuntamente por usted con ánimo de envenenar a la víctima, como así ha ocurrido según nos consta por el informe toxicológico y las diligencias previas y finales de su autopsia?
El Sr. Guzmán abrió la boca para contestar, pero rápidamente se le cortó con una nueva pregunta:
- ¿No es cierto, Sr. Guzmán, que la noche pasada, la víctima había cenado en su casa? ¿No es cierto que antes de abandonar su vivienda ya le refirió algunos síntomas compatibles con el envenenamiento como la boca seca y pastosa, la acritud en las papilas gustativas, un ligero mareo y una orina persistente? ¿No es cierto que la víctima había pensado en dejar su relación y así se lo había comunicado esa misma noche? ¿No es cierto que tiene en su biblioteca un número importante de libros sobre micología, en cantidad igual que las obras escritas por Pedrolo, conocido autor de novela negra cuyos crímenes novelados podrían haberle servido de inspiración? ¿No es cierto, Sr. Guzmán, que usted planeó premeditadamente con nocturnidad y alevosía la muerte de la víctima?
- La víctima -contestó secamente el Sr. Guzmán- se colaba por fuerza día sí día no en mi casa, perturbando mi tranquilidad, mi vida familiar, mi plácida vejez. La víctima -prosiguió- no tenía intención de abandonar nuestra relación, Dios lo hubiera querido, que ya no sabía cómo echarla de casa. La víctima no me refirió ningún síntoma aunque reconozco que la vi tambalearse por el pasillo de casa, antes de perder el sentido. La víctima probó sola el contenido de la vitrina pues tenía esta odiosa costumbre de profanar todos los lugares cerrados. El número de libros que haya en mi biblioteca no tiene nada que ver con el caso que nos sucede y...si, planeé su muerte, pero finalmente su propia codicia la mató. No pueden culparme de nada, yo sólo estaba ahí, igual que los boletus.
Cerca del estrado, en una mesa frente el jurado, yacía el cadáver de la víctima. Su piel había adquirido un tono parduzco, sus ojos parecían salirse de las órbitas, sus manitas estaban crispadas, y su cola, por Dios, su cola erguida como un gancho.
- ¿Pero nos hemos vuelto todos locos? -gritó el Sr. Guzmán -, sólo es una rata, sólo es una rata!
- Según la nueva normativa europea -interrumpió el juez-, hay ratas más válidas que ciertas personas. Cadena perpetua!!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ultimamente veo setas por todos los sitios, ufff.

el paseante dijo...

Joder, pues después de cenar he matado una rata grande como un conejo en mi piso (entran a menudo -a pesar de que jamás tengo queso en casa- y me lleva un buen rato acabar con ellas). No sabía que fuera delito. Ahora mismo bajo el cadáver a la calle y lo abandono en un contenedor lejano (para dificultar la investigación policial).

Humberto Dib dijo...

Es que hay ratas más válidas que ciertas persona, pero no me juego a decir quién...
Un beso.
HD

Ada dijo...

Rombo, es el tiempo de las setas, lógico...

Paseante, ¿sí? aiiiiiiiiiii, me dan pánico las ratas, algo fuera de mi control. ¿No quieres compartir tu apartamento con un gato o se lo comerían?

Humberto, estos de la Unión Europea son poco realistas, yo no diría tanto, la verdad :)

el paseante dijo...

Se lo comerían. Deberé pensar en algo más grande: un tigre estaría bien.