- Me siento satisfecha.
Todos la miraron extrañados. "Sí?" parecían preguntar sus ojos abiertos. "Vale, enhorabuena, pero no es necesario que nos lo cuentes."
Ella, sin embargo, insistió. Necesitaba compartirlo.
- Sí, muy satisfecha, plenamente satisfecha.
Todos le dieron la espalda y la ignoraron. Pensó que estaban en su derecho así que sin más insistencias salió del supermercado sin mirar atrás.
Se había comprado una manzana verde, la lavó en una fuente y la mordió mientras miraba la gente y les saludaba con la mano. Casi todos la miraban seriamente, alguno enfocaba los ojos esforzándose por reconocerla, algún niño le devolvía el saludo y la sonrisa.
Cuando hubo terminado la manzana prosiguió su camino.
-"¿Cómo está?" iba preguntando al cruzarse con alguien.
Nadie le contestaba.
-"Yo estoy muy bien -decía ella-, muy satisfecha".
Llegó a una plaza y allí se subió a un banco y empezó a cantar una canción. Alguien le tiró una moneda.
-"No, no, no pido nada, canto porque estoy feliz".
Prosiguió su particular camino de baldosas amarillas. Curiosamente nadie se atrevía a preguntarle por qué estaba tan feliz hasta que apoyada en un semáforo compartió el tiempo de espera con un anciano. Él fue el único que se atrevió a interesarse por su felicidad.
-"Es que -le contó- soy libre. ¿Entiende? Todo lo que hago lo hago porque quiero, soy libre. Si aguanto las inflexibilidades de mi jefa es porque elijo hacerlo, si dejo que mi amigo me abandone es porque quiero que ocurra, si enfermo es porque mi cuerpo quiere descansar. Nada viene de fuera. Yo, elijo".
-"Guapa -le dijo él-, eso te crees tú...¿Acaso piensas que yo he elegido estar así?"
-"Por supuesto -contestó ella-, la alternativa a estar así sería la muerte"
-"Ay, chiquilla, y el día que muera, ¿también lo habré elegido?
-"Por supuesto, la alternativa a la muerte sería una condena vampírica: usted vivo en el mismo cuerpo estropeado mientras todos los demás murieran".
El semáforo cambió a verde. El paso de ella era mucho más ágil así que se despidió con una sonrisa: "libre albedrío..." dijo.
Un coche rojo, a toda velocidad, decidió libremente saltarse el semáforo. El cuerpo de ella voló a cien metros de distancia mientras el anciano sólo pudo gritar "chiquillaaaaaaaaa". Curiosamente la sangre no empañó su sonrisa: estaba satisfecha.
8 comentarios:
Creo, bueno, no creo; estoy seguro que este relato podría convertirse en film.
Beso Ada.
Ella murió feliz. Con una sonrisa en los labios ¿porque habia elegido morir?.
¡Buen relato, Ada!
Que buena historia Ada, coincido con Rombo.
Besos y feliz fin de semana.
Rombo, Sara, hala...hoy os habéis pasado :)
Globos, pues la verdad es que no lo tengo claro, por eso lo quería compartir con vosotros. ¿creéis en el libre albedrío?
Demasiado dramático ese final... ufff
Pues sí, Princesa, pero recuerda que a menudo la realidad supera la ficción :)
¡FELIZ SINCRONICIDAD la nuestra, querida Ada!
Ayer, en nuestros respectivos blogs, ambas hablábamos del mismo concepto: de la LIBERTAD. Y aún no nos habíamos leído. ¡Me encantaaaaa!
Besos.
Me ha recordado a "La tregua" de Benedetti. El anciano, la joven, la muerte así de golpe.
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