Lo secundario siempre lo había definido, dirigido y dibujado.
Era amante de las carreteras secundarias, por ahí se perdía siempre que le sobraban minutos, con su coche en segunda contemplando almendros o viñas.
Se fijaba siempre en los actores secundarios, aquellos que crecían a la sombra de los protagonistas, que a veces concentraban en una sola frase toda la esencia de la historia.
Los recuerdos más frágiles los tenía de secundaria cuando los días sabían a chicle y tenía granos sólo en la frente.
Cuando empezó a pintar en la academia de la Plaza de la Reina, aprendió rápidamente que los colores secundarios eran más ricos que los primarios, pero menos vistosos. No obstante, adoraba mezclar los segundos consiguiendo decenas de matices en los colores secundarios. Se negaba a pintar con primarios porque aunque eran más naïf y más vivos y alegres y más de vanguardia, los colores secundarios le parecían más elegantes y sugerentes, ideales para las pieles, los rincones, los iris y las brumas.
Contrariamente a lo que todos pensaban no estudió Bellas Artes, sinó diseño industrial, y estaba seguro que le determinó el hecho de que la industria fuera el sector económico secundario por excelencia.
Siempre leía los efectos secundarios de las medicinas y no sabía si por sugestión o por hipersensibilidad, los terminaba padeciendo.
A los cuarenta y dos años y en plena crisis personal, después de ser el plato secundario de una mujer casada, descubrió la ley de causa-efecto y con ella el efecto secundario más importante de la enfermedad de estar vivo: cobrar consciencia de que cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da, saber que nada se pierde, en realidad, que todo se transforma que no hay otra cosa. Y entonces respiró tranquilo y se recostó en el balcón de su casa, en segunda fila de la costa, donde no podía ver el mar pero sí olerlo, para perder el tiempo en cosas secundarias y disfrutarlas.
13 comentarios:
Pero un arco iris nunca le faltaría por pintar...
Por cierto en aquellas tranquilas carreteras vería el mar
¡Qué placer volverte a leer! He estado muuuuuy desconectada de Blogger.
Me ha encantado este post.
Un saludo bien cordial.
¡Efectos secundarios! te quedó genial amiga, de primera, aun siendo secundario, jeje.
Besos.
Muy buen post, brillante.
Me encanta esta fina ironia que acompaña a muchas de tus narraciones.
Monica, los colores del arcoiris son primarios, pero seguro que sí, alguno cayó durante su plácida tranquilidad.
Ámber, bonita, bienvenida de nuevo. Luego te leo.
Sara, Globos, gracias a las dos!
Fenomenal post Ada, Pero que muuuuy bueno. Qué bonito eso de fijarte en lo secundario...tan importante, por cierto.
Beso.
Si no fos pels secundaris als protagonistes els faltaria profunditat i contrast.
Una manera molt maca d´explicar com som la majoria.
Bon dia!
¿Te has preguntado alguna vez, que efecto secundario causan tus escritos?
Muchos y variados, pero siempre buenos. A veces es como ingestar dopamina y entrar en ese estado de vigilia temporal; lo que dura el texto.
En otras, me veo embriagada por fuertes dosis de cafeína en el cuerpo, notando esa energía y fuerza que muchas veces nos trasmites.
Como ves, no todos los efectos secundarios son malos, aunque muchos lo crean.
Un abrazo.
Y gracias por comentarte tan asiduamente, eres una de mis fieles, jeje. Se agradece.
Secundo cada uno de los comentarios con alguna excepción ;-)
Beso.
Rombo, siempre te gustan mis escritos. El día que me critiques no podré soportarlo. Gracias!
País, creo que todos somos protagonistas y secundarios al mismo tiempo, esa es la gracia.
Yo, pues la verdad es que no me lo pregunto. Si lo hiciera se cortaría el flujo de creatividad. Además nunca debemos olvidar que los efectos secundarios dependen sobre todo de nosotros mismos. ¿Por qué si no a uno el paracetamol le da somnolencia y al otro no? Pues eso, que estamos muy acostumbrados a mirar siempre fuera, pero todo está dentro, cada vez lo veo más claro.
Sbm, si te apetece, puedes explicarlo. Besos
¿El amor es una reververación?
¿Eres un holograma, un clón, un espejismo, un abismo, un recuerdo de ti mismo?
Es curioso, parece que le he puesto música a tu post... ¡qué frenesí!.
:)
En esta misma línea soy seguidor de dos clubs de fútbol de segunda y jamás entro en las catedrales por la puerta principal.
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