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jueves, 15 de diciembre de 2011

Luciérnagas y sombras

Algunas noches de verano, salían los tres, después de cenar, a pasear por la playa. La tenían a cinco minutos de la casa y ella balanceaba sus seis años a derecha e izquierda colgándose primero de su madre y después de su padre, haciendo que el camino pasara sin darse cuenta. Porque lo que a ella le gustaba realmente, era el ritual que empezaba entonces. Primero paseaban con los pies descalzos dentro del agua, después elegían un lugar tranquilo y papá encendía velas y farolillos haciendo un círculo de protección lumínica. Mientras, mamá y ella extendían toallas sobre la arena, abrían la mochila verde de la escuela y esparcían cuentos y fotos. Después se acurrucaban los tres, en un abrazo único y los miraban a la luz de las velas. 
Lo primero que aprendió de esas noches de verano fue que los farolillos producían unas sombras largas sobre la arena. Lo segundo, que esa luz atraía a las luciérnagas. Lo tercero, que esa realidad natural -las sombras sólo existen al lado de la luz / la luz atrae más luz- acabaría aplicándolo metafóricamente demasiadas veces en su vida de adulta: siempre había algún ser oscuro que emergía de las sombras -una amiga envidiosa, un compañero de trabajo malintencionado, un familiar amargado...-; aunque lo compensaban otros seres lumínicos que se acercaban atraídos por la luz. 
Al principio, se deprimía y se cuestionaba. "¿Pero yo qué he hecho o dicho para que me envidie / hiera / amargue? Pronto entendió: era su propia luz la que les hacía a ellos proyectar sus sombras. 
Le dio lástima. Pero no podía dejar de brillar. De hecho, brillaba más. Claro, por comparación.

6 comentarios:

M dijo...

Esas luciérnagas iban del pantano al mar?
del salitre a la sal?

Miguel Bueno Jiménez dijo...

Qué felicidad montar de niña esos juegos en la playa.
Abrazos
Piedra

Daltvila dijo...

Las sombras solo se pueden proyectar fuera del foco de luz, de manera que tu luz está a salvo.

Me ha gustado mucho.
¡Qué lujo tener unos padres así!

Anónimo dijo...

Uaaaaauuuu, qué historia tan bonita.. La has descrito tan bien, que hasta he podido verla...

Ada dijo...

Mónica, en los paisajes de esta niñez no había pantanos :)

Miguel, juegos sencillos pero muy didácticos.

Daltvila, sí que sería un lujo. En este espacio nunca se sabe qué es cierto y qué inventado :)

Rombo, pues gracias! :)

el paseante dijo...

A veces me sucede que entro en un local repleto de gente y mi mirada encuentra a alguien cuyo rostro desprende luminosidad. Debe ser eso que cuentas.