El club de los fantasmas que no sabían atravesar paredes estaba formado por cuatro infelices desencarnados que, genéticamente, eran incapaces de aprender el arte natural de atravesar la materia. Como eso era algo extrañísimo dentro del submundo de los espectros, se los había considerado pacientes de una enfermedad rara y nadie había hecho nada para solucionar su problema.
En los inicios de su periplo, los pobres habían intentado una y otra vez ser normales, pero sólo habían recibido golpes (de las paredes, claro) y frustración. Se constituyeron en club y recorrieron el mundo buscando a sus semejantes, pero nada. De manera efectiva comprobada, los fantasmas que no sabían atravesar paredes sólo eran cuatro, así que terminaron por aceptarlo y cada uno se marcho a su lugar favorito , eso sí, comprometiéndose a estar muy cerca de las paredes por si en algún momento cambiaba su estado.
El fantasma de la meretriz subió a la fachada de un teatro en una pequeña ciudad mediterránea, donde el buen tiempo la dejaba permanecer desnuda sin pasar frío.
El fantasma del adolescente noruego que murió atropellado por aquel tren después que su compañero de orquesta, envidioso de su virtuísmo, lo lanzara a a las vías, decidió formar parte del friso musical de un palacio de Valencia y allí tocaba la flauta y el tambor como si fuera un ángel anunciando el juicio final.
El fantasma de la profesora envenenada por su amante se convirtió en ángel custodio del tiempo en la fachada de un palacio de Justicia. Sabía que el tiempo corría y quería dedicarse a recordarlo a aquellos vivos que a menudo lo echaban a la basura.
Y finalmente yo mismo, el cuarto fantasma, que no tengo oficio ni beneficio. Simplemente estoy sentado en la portada de la catedral de Lleida esperando que ocurra el milagro.
Nosotros, los cuatro miembros del Club de los fantasmas que no sabemos atravesar paredes, nosotros, los raros, los diferentes, los inútiles, os deseamos a todos unas fiestas felices. Y, tranquilos, no nos tengáis miedo: no podemos colarnos en vuestras casas.
6 comentarios:
Creo que estos fantasmas tienen mucho que aportar; y para nada me importaría que atravesaran mis paredes...
Me gustó. Un saludo, Ada.
Qué lástima, hubiera sido tan divertido. Ojalá que aprendan a traspasar paredes.
¡Que fustración para un fantasma! Con lo divertido que debe ser atravesar paredes.
Cuando vaya por Lleida comprobaré si al menos este ha conseguido ser un fantasma normal.
Yo soy bastante fantasma (me lo dicen a menudo) y tampoco sé atravesar paredes. Quizá debería apuntarme al club y hacerte compañía en la portada de la catedral de Lleida (que me pilla cerca).
Que tinguis unes molt bones festes, Ada.
Rombo, ahora lo dices en caliente, mira tu a este último e imagínatelo sentado en el sofá de tu casa, ainx!
Pepe, me alegro, gracias. Un saludo!
Sara, Globos, divertido, divertido...me dan miedo los fantasmas.
Paseante, el club ganaría mucho con tu presencia, pero a ver qué harías tú con la meretriz, ligón :)
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