Nadie me explicó nunca que había pozos que no estaban en el suelo, que eran agujeros amarillos que surgían del camino a la altura del pecho cuando menos lo esperabas y engullían en espiral. Caminabas tú con la mediana tranquilidad que puede dar la fugacidad de la vida, mirando pájaros y mariposas, anhelando horizontes lejanos, amando la tierra pisada también, y de repente, zas! pozo amarillo y caída vertiginosa con mareos y náuseas incluidas. Y encima no una caída clásica, es decir, hacia abajo, con la posibilidad de intentar agarrarte con las uñas a los bordes de tu agujero, sino una caída en paralelo al camino, como un tren sin paradas convirtiendo toda tu realidad en un paisaje borroso y tus lágrimas en esputos contra las ventanas.
Me dices "tranquila, todavía no ha pasado nada..." y yo siento que ya ha pasado todo, que no dejo de caer en ese pozo amarillo que se me ha plantado hoy delante.
4 comentarios:
Descubrir tu blog, ha sido una sorpresa muy agradable...me gusta tu estilo.
Bueno me presento..
Hola Ada, Soy Barb.
nos vemos!.
B.
Siempre nos dejas con interesantes reflexiones, ADA, y eso me encanta. Me haces pensar, me haces ver la vida y el mundo desde otra óptica. Me gustan tu criterio y buen juicio, además de lo delicado que escribes.
Buenas noches y que tengas un estupendo domingo,
Ámber
Gracias, Barbarella y bienvenida.
Amber, y tú siempre me dejas bellas palabras. Muchas gracias...
qué imaginación...
y como dijo Amber, me dejas pensando, porque tantas veces se nos presentan a diario estos pozos de los cuales a veces, no sabemos bien si queremos salir...y ver la realidad
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