El Mediterráneo se ha cubierto de una luz naranja, como de cobre oxidado, y se ha poblado de barcos fondeados en espera. Es la hora del descanso, de renacer a la aurora, de balancearse pero quietos, sin hacer camino, de contemplar horizontes y no dejarse distraer por sirenas ni espejismos, de hacer el caso justo al grito de advertencia: atención, piratas! y no dejar que nadie embarque, ni a las buenas ni a las malas, de cubrirse de sal y no mirar hacia atrás, de dejar de buscar tierra, de comer sardinas asadas y chuparse los dedos, de dormir bajo las estrellas y situar todos los faros cercanos en un mapa claro, edición de bolsillo, con las tapas forradas para que el mar no lo estropee.
4 comentarios:
Ese Mediterráneo tiene color azul...
Yo no sería pirata sólo por lo de las sardinas...
Seguro que parecían barcos de juguete, como los que flotaban en nuestra bañera cuando éramos niños.
Sí, Mónica, al final sí...pensé que debo dejar de cambiar los colores de las cosas.
Bueno Ana, pues cámbialos por unos calamares a la romana :)
Paseante, que va, como yo también estaba dentro, los veía de cerca y te aseguro que eran gigantes.
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